Aprendiendo a escribir novelas con Muñoz Molina

Nueva conferencia del ciclo organizado con la Fundación Cajasol

El complicado arte de escribir novelas, la profesión de escritor, con algunos de sus trucos y consejos, fue el tema elegido por Antonio Muñoz Molina para su charla-coloquio en la sede de la Fundación Cajasol en Sevilla, organizada en colaboración con la Fundación Lara y que fue seguida por decenas de seguidores, aprendices de escritores y fieles lectores que abarrotaron el salón de actos. ‘Aprendiendo a escribir novelas’ fue el título de su conferencia, en la que aseguró que el origen de una obra “siempre es algo muy modesto que se queda en la imaginación, que puede tener un origen muy casual, pequeñas imágenes que están en tu cabeza y te llegan a servir con el tiempo. Hay pequeñas observaciones que luego son muy reveladoras”, indicó.

Asimismo, el autor de ‘Plenilunio’, ‘El invierno en Lisboa’ o ‘El jinete polaco’ destacó la importancia de empezar bien una novela, la primera frase del libro, “que no sólo tiene que seducir al lector, sino al escritor, ya que en el momento en que la tienes parece que el libro entero va a salir de esa frase”. Muñoz Molina se refirió también al proceso de documentación, que ha cambiado mucho con la llegada de Internet, “ya que resulta mucho más fácil conseguir documentación de primera mano”. Y cuestionado por el moderador del acto, Alejandro Luque, sobre su última novela, ‘Como la sombra que se va’, en la que él mismo es un personaje, el autor reconoció que “ponerse en mi propio lugar, pero de hace 30 años, fue un trabajo difícil”.

El escritor defendió que “no pasa nada por no parar” cuando se escribe una historia. “Lo importante –dijo- es saber quitar, ya que la belleza muchas veces se consigue quitando cosas”. Eso sí, “un texto literario puede ser siempre mejorable”. Por último, y ante la pregunta de si los maestros son generosos y si lo habían sido con él, Muñoz Molina afirmó que ha conocido a personas que le ayudaron en un momento dado, entre los que destacó a Carmen Martín Gaite, Miguel Delibes, Eduardo Mendoza o Juan Carlos Onetti, del que destacó que “fue un ejemplo de generosidad”.