El Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías 2019 recoge un episodio histórico y un paseo excepcional por Granada

Alfonso Alegre reconstruye el encuentro de Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca en 1924 

El Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías 2019, que conceden la Fundación Cajasol y la Fundación José Manuel Lara, se ha fijado en esta ocasión en un momento de la cultura española de la Edad de Plata: los días compartidos en Granada por Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca, en el verano de 1924. El ensayo ‘Días como aquellos, Granada 1924. Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca’ recuerda ese episodio histórico, un hecho que es a su vez testimonio de una época luminosa, que le ha proporcionado a su autor, Alfonso Alegre Heitzmann, la posibilidad de revivir ese momento y de recordarnos a todos los protagonistas de ese suceso. El libro se presenta el martes día 11 en el Centro Federico García Lorca de Granada y el miércoles día 12 de junio en la sede de la Fundación Cajasol.

El jurado, compuesto por Nativel Preciado, Antonio Cáceres, Jacobo Cortines, Alberto González Troyano, Ignacio Fernández Garmendia, Joaquín Pérez Azaústre y Rafael Valencia, reconoció el trabajo de Alfonso Alegre, que recrea o reconstruye un momento fundamental de nuestra historia reciente, marcado por grandes personajes y origen de destacados acontecimiento culturales.

Este libro, que ha merecido el Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías 2019,  es un paréntesis temporal único en el que recorremos paso a paso la ciudad de Granada con Juan Ramón y su mujer Zenobia, de la mano de Federico y su familia, así como de Manuel de Falla y otros intelectuales granadinos. Ejemplo de lo mucho que significó para Juan Ramón Jiménez aquel viaje a Granada son los textos que nacieron en los meses y años siguientes. Muy especialmente ese poema extraordinario que es ‘Generalife’, un largo romance que dedicó a Isabel García Lorca, y las prosas del libro ‘Olvidos de Granada’. “Días como aquellos se viven pocas veces en la vida”, escribirá Juan Ramón muchos años después.

Testimonio de una época luminosa, el libro intenta revivir aquellos días desde el presente mismo en el que transcurren. Un espacio-tiempo en el que vemos y oímos pasear juntos por Granada a tres de los artistas más importantes del siglo xx: Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca y Manuel de Falla.

– ¿Cuándo surge la idea de escribir este libro? ¿cuánto tiempo le ha llevado?

– No sabría decirlo con exactitud. Acaricio la idea de escribir este libro hace muchos años. Ese encuentro en Granada de Lorca y Juan Ramón ha estado siempre lleno para mí de sugestiones. Escribir el libro ha sido como hacer un corte sincrónico en el tiempo, un viaje vertical a la Granada de aquel verano de 1924. En cuanto a su redacción concreta, me ha llevado algo más de un año.

– ¿Qué podemos encontrar en este ensayo? ¿qué hay de novedoso o de inédito?

– Sinceramente, creo que hay elementos inéditos en cada uno de los capítulos y secciones, a veces detalles; y otras, aspectos más generales, sobre todo en aquellos capítulos en que me extiendo en la interpretación de algunos de los textos de Juan Ramón que nacieron del viaje. En ese sentido, me siento especialmente contento de los capítulos titulados “El ladrón de agua” y “El cielo bajo”; pero prefiero no revelar demasiado su contenido y que el lector lo descubra por sí mismo.

– ¿Cómo definiría la relación entre Juan Ramón y Federico? ¿quién admiraba más a quién?

Cuando se conocen en la primavera de 1919, Juan Ramón tenía treinta y siete años y ya era un poeta muy reconocido, mientras que Lorca tenía veinte, acababa de llegar a Madrid y todavía no había publicado su primer libro de poemas. O sea, que la relación en esos primeros años fue la de admiración de un discípulo hacia un maestro. Aun así, cabe decir que Juan Ramón enseguida se dio cuenta —y lo manifestó en distintas ocasiones— de la calidad y del futuro que tenía aquel joven poeta. Con los años, la relación fue cambiando; pero yo creo que siempre se mantuvo una admiración mutua, más allá de algunas polémicas y distanciamientos.

– ¿Queda mucho por descubrir de la figura de Lorca o de Juan Ramón, de aquellos días felices?

Como ocurre con todos los grandes poetas de la historia, queda mucho por descubrir tanto de Lorca como de Juan Ramón. La poesía de ambos es en realidad inagotable, y, al serlo, también cabe decir lo mismo de ellos y de los momentos que hicieron posible el milagro.

– De todos los personajes que se cruzan en esta historia ¿a quién destacaría, además de los dos protagonistas?

Sin duda, a Manuel de Falla, que es, en realidad, el tercer protagonista del libro. Imaginarse juntos, y en una ciudad tan bella como Granada, a tres artistas de la calidad de García Lorca, Juan Ramón y Falla, es casi irreal, como un sueño del tiempo. Hay, además, otros personajes importantes de la Granada de la época; singularmente, Hermenegildo Lanz –funda-mental en su relación con Falla y Lorca en la realización de los títeres de cachiporra— que, por distintas razones, cobra un especial protagonismo en el libro. También encontramos personajes secundarios llenos de interés, como el cónsul inglés de Granada en los años veinte, que aparece en textos literarios de Lorca y Juan Ramón y del que apenas se ha dicho nada.

– Desde el punto de vista literario, ¿cuáles fueron las consecuencias más destacadas de aquel encuentro?

Es difícil decirlo, o concretarlo. Pero el mero hecho de que pocos días después de aquel encuentro en Granada, Juan Ramón escribiera el romance titulado “Generalife” —sin duda, uno de sus grandes poemas—, y Lorca el “Romance sonámbulo” —que es para mí el mejor de los poemas del ‘Romancero gitano’, que además empezó a escribir entonces—, son elementos suficientes para vislumbrar lo que aquellos días significaron para ambos poetas.

– ¿Qué supone el Premio Antonio Domínguez Ortiz? ¿Cómo fue la idea de presentar este trabajo?

– En sí mismo, espero que este Premio Antonio Domínguez Ortiz suponga un acercamiento inédito a la relación entre Lorca y Juan Ramón, y que ayude a conocer mejor la figura y la obra de cada uno de ellos. En lo que a mí se refiere, el premio es el mayor reconocimiento que hasta ahora he tenido en mi ya larga labor como investigador. En ese sentido, este libro nace también de esa actividad; sobre todo del trabajo de edición del epistolario completo de Juan Ramón con la Residencia de Estudiantes de Madrid, y del estudio y edición de algunos de sus libros esenciales, como Lírica de una Atlántida que edité en 1999, y del que el próximo otoño saldrá una nueva edición. La idea de presentarme al Premio no fue mía. Me lo sugirió Carmen Hernández-Pinzón, sobrina nieta de Juan Ramón Jiménez, siempre atenta a mi trabajo de reflexión y edición de la obra del poeta de Moguer.