Edición 2005: Antonio Gómez Rufo gana el Fernando Lara por la novela ‘El secreto del Rey Cautivo’

El madrileño Antonio Gómez Rufo ha sido el ganador de la Décima Edición del Premio de Novela Fernando Lara, dotado con 120.200 euros, por su obra El secreto del Rey Cautivo, presentada bajo el seudónimo de Sartenes y el título Manuela Malasaña.

Las obras finalistas de esta décima edición fueron La ciudad del vacío de Sebastián Aprositus; El séptimo círculo, de Menia Legarreta; Nube gris, de Blanca Chillón Jiménez; Emigrantes de Edward Rosset; La huída de Nélida, de Marco Harchetti; El imperativo del agua, de Julio Ordaz; ‘El humo y la niebla’, de Tujachewsky; ‘Moscas’ de Jacobo Blivens y, por último, ‘El árbol del acantilado’ de Carlos Tessainer y Tomasich. El jurado, que estuvo compuesto por Luis María Anson, Fernando Delgado, Juan Eslava Galán, Antonio Prieto, Carlos Pujol y Manuel Lombardero, seleccionó estas diez novelas de entre las 189 obras presentadas al certamen, procedentes de España y de diversos países extranjeros.

Reacciones del ganador

El escritor madrileño Antonio Gómez Rufo asegura  que Fernando VII ha sido “el gran culpable” de todas las tragedias acontecidas en España durante los siglos XIX y XX. El escritor, afirma tener “gran simpatía por los perdedores de la historia”, de ahí que la trama de su novela gire en torno a José Bonaparte, hermano de Napoleón, “un rey bien intencionado que intentó hacer mucho por modernizar España, intentó atraer los ideales de la Ilustración, los ideales de la República y de la Revolución Francesa”.

Realmente, –según dijo– “si lo hubiesen dejado, España se hubiera instalado en la modernidad dos siglos antes”. De este modo, considera que la “nefasta” actitud de Fernando VII aboliendo la Constitución de Cádiz de 1812, la “más” liberal de Europa de aquellos momentos, fue la que provocó la división de las dos Españas. En contraposición, Gómez Rufo cree que “el antihéroe José Bonaparte fue un hombre que no sólo tuvo grandes y buenas intenciones para modernizar España, sino que además llevó hacia adelante unos proyectos que no se le reconocen”. En este sentido, destaca “el establecimiento de las aduanas, la unificación de las academias o quitarle tierras a los terratenientes para dársela a los campesinos”. Además, el literato opina que “fue un hombre con unas ideas magníficas que ni los españoles, ni sus propios mariscales y generales, ni su propio hermano Napoleón le permitieron llevar a cabo”.