Publicado en la colección Vandalia, ‘Las llamas’, nuevo poemario en castellano de este autor, se presenta con un epílogo de Aurora Egido
El nuevo poemario en castellano de Pere Gimferrer aparece en vísperas de la entrega a este escritor del Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca. ‘Las llamas’ –que reúne poemas fechados en 2016 y 2017- son versos que surgen a la vez de una radical voluntad innovadora, presente en su poesía desde los inicios, y de una profunda familiaridad con la tradición poética española y universal, a la que el autor se enfrenta en versos quintaesenciados, densos, flameantes, llenos de imágenes poderosas, guiños en múltiples direcciones y una audacia verbal característica. “El amor -ha dicho Gimferrer a propósito del contenido de este nuevo libro- es lo que nos hace perdurables más allá del tiempo. Es el tema del libro, que gira en torno al amor, al paso del tiempo y a la muerte”. Escrito a modo de collage, ‘Las llamas’ presenta un brillante epílogo de Aurora Egido que dialoga con el libro y la obra entera de un maestro de la poesía española contemporánea.
Garcilaso, Calderón de la Barca, García Lorca o Christina Georgina Rossetti conviven en los versos del nuevo libro de Pere Gimferrer con referencias veladas a obras cinematográficas, pictóricas y musicales y, a partir de todas ellas, el poeta construye un ensamblado poemario en torno al paso del tiempo, a la pérdida de la juventud y la llegada de la muerte. El tiempo avanza, mientras que el amor y el recuerdo lo detienen en instantes que nos hacen imperecederos.
—Con respecto a ‘No en mis días’, su anterior poemario (publicado también en la colección Vandalia), en ‘Las llamas’ no hay guiño alguno a la actualidad política.
—Cierto, porque se trata de un libro escrito en pocos meses que gira en torno a unos temas -el paso del tiempo, el amor, la muerte, la juventud- que no me permitían hablar de la actualidad. Además, por lo que se refiere a la actualidad política, los poemas de ‘Las llamas’ fueron escritos anteriormente a todo lo que pasó hace algunos meses.
—Si lo hubiera escrito con posterioridad, ¿cree que hubiera sido inevitable hacer mención a la actual coyuntura política?
—No, habría sido igualmente imposible, lo único que hubiera podido hacer era escribir un libro como ‘No en mis días’. ‘Las llamas’ tiene una unidad temática muy cerrada, y si quería escribir sobre el amor y la muerte no podía incorporar elementos de la actualidad.
—Tenía, por tanto, muy claro cómo debía ser ‘Las llamas’.
—Tan claro, ¡ojalá! Los poemas han ido surgiendo, yo no tenía ningún propósito previo. Cuando empiezo un poema, sé de dónde voy a partir, pero nunca sé dónde voy a ir a parar; evidentemente, a menos que no se trate de un poema epigramático.
—En su poemario, el paso del tiempo no se agota, pero ¿es el recuerdo aquel que hace posible su inagotabilidad?
—En efecto, es un paso del tiempo que no se agota porque vive en el poema. El poema está fuera del tiempo porque crea su propio tiempo. Decía Rilke, cuyas palabras comparto, pero no enteramente, que la poesía es una emoción revivida en el recuerdo. La relación de la poesía con el tiempo es muy profunda y, seguramente, el tema esencial de la poesía es el instante o el tiempo que pasa. Esta relación entre la escritura y el tiempo también la anotaba Unamuno, aunque él no se refería a la poesía, sino a Proust, que, según Unamuno, buscaba fijar y analizar el instante, cuando el instante ya ha pasado.
—Junto al recuerdo, ¿el amor es aquello que nos hace perdurables, aquello que nos hace vencer el transcurrir del tiempo?
—El amor, como bien dices, es lo que nos hace perdurables más allá del tiempo. Es el tema del poema y sobre todo del libro, que gira en torno al amor, al paso del tiempo y a la muerte. En este sentido, la oposición amor/muerte está muy presente, es una oposición que, si bien tiene sus orígenes en la cultura clásica -Eros y Tanatos-, viene principalmente de Leopardi, de su poema ‘Amore e norte’, donde el poeta italiano, subraya que el amor y la muerte son hermanos.
—A lo largo de todo el poemario, son constantes las alusiones al teatro y, sobre todo, a la vida en tanto que representación teatral.
—En estos últimos tiempos he leído mucho teatro y, sobre todo, he releído muchas obras que ya conocía, especialmente a Shakespeare y a los clásicos griegos. Y la idea de vida como teatro, que está presente en mis poemas, ya estaba en Calderón y, si se quiere, también en Pirandello. En este sentido, el teatro es como gran parte del cine: los dos plantean la vida como una puesta en escena, como una escenificación.
—¿Podemos decir que, incluso, la propia estructura del poemario, con sus últimos dos poemas ‘Coda’ y ‘Telón’, alude a una obra de teatro?
—Sí, la idea es que el poemario fuera como una representación teatral, mostrando, sin embargo, también aquello que queda detrás del telón tras la representación. De ahí el poema final de solo dos versos, ‘Telón’. En este planteamiento del poemario hay una influencia subterránea nada explícita de la película de Chaplin ‘Candilejas’, donde se retrata el ambiente de los camerinos y se afronta también el tema del paso del tiempo y la juventud. Sin embargo, esta estructura no ha sido algo previsto desde el inicio, sino que ha ido saliendo sola, mientras escribía.
—¿Todo material puede convertirse en material poético?
—Sí, pero esto no lo digo yo, es el principio del collage, donde todos los materiales se unen sin que se especifique de dónde viene cada uno. Yo he leído muchos libros, he visto muchas películas, mucha pintura… E, irremediablemente, todo esto termina por aparecer en mis poemas, pero, como te decía antes, siempre de una manera enmascarada. El lector no debe entender las referencias; a mí lo que me interesa es que las referencias funcionen dentro del texto sin que se conozca su referente.
—¿Por qué no le interesa señalar las citas y/o materiales que usted incorpora en sus poemas?
—Se podían señalar, pero si lo hiciese caería en un peligro en el que cayó Ezra Pound: a fuerza de señalar sus citas, apenas quedó nada de lo que él había escrito. A mí, evidentemente, no me pasaría lo mismo. En mi caso, no explicito las citas, porque sacadas de su contexto e insertadas en el poema adquieren otra función y, por tanto, no es necesario que el lector las entienda o las encuentre entre los versos.
—La primera vez que le entrevisté, me dijo que no hacía falta entender su poesía.
—Recuerdo que en ‘Cahiers du cinéma’ se publicó una crítica de ‘El ángel exterminador’ donde se decía: “contrariamente a su reputación, no es difícil entender ‘El ángel exterminador’, lo difícil es que te guste”. Yo no me propongo que los lectores me entiendan, me propongo que los poemas gusten y que el lector los capte como sensorialidades y como imágenes yuxtapuestas que apunten a un fondo que, espero, sea perceptible siempre.