La obra ha sido galardonada con el Premio Málaga 2017
El Premio Málaga de Novela, galardón que convoca el Ayuntamiento de esta ciudad con la colaboración de la Fundación José Manuel Lara, recayó en 2017 (edición que ha batido este año récord de participación) en la novela ‘Sol poniente’, del malagueño Antonio Fontana. El jurado de este certamen destacó la intensidad lírica de la novela, su capacidad para conmover y su atmósfera luminosa. Incluso cuando trata de circunstancias dramáticas, Antonio Fontana lo hace sin caer en el patetismo, proyectando en el lector una honda verdad literaria. Presidido por la directora general de Cultura del Ayuntamiento malagueño, Susana Martín Fernández, formaron además parte del jurado los novelistas Eva Díaz, Antonio Soler, Luis Alberto de Cuenca, Alfredo Taján y el editor Ignacio F. Garmendia.
Sobre la obra, el autor destacó que su novela “es un álbum de fotos, pero las imágenes se ha caído al suelo, se han desparramado y están desordenadas. He querido desordenar el orden porque la memoria no es cronológica, cronológicos son los libros de historia”.
El narrador aprovecha ‘Sol poniente’ para pasar revista a distintos momentos de la historia de su familia, episodios íntimos que configuraron su manera de estar en el mundo: las tardes con su abuela de poderoso y singular carácter o el trato con las amigas de esta, la extraña huida del hogar del padre y su posterior regreso, los juegos en la calle con los amigos del barrio, el despertar sexual. Y como eje que atraviesa todos esos recuerdos, el nacimiento de su hermano Curro, el desvelamiento de la enfermedad del bebé y el modo en que la desgracia afectó a sus parientes. “Es evidente –indica Antonio Fontana- que esta novela es el resultado de mis obsesiones: la familia, los secretos, las mentiras, la infancia, la memoria; en ese orden o en cualquier otro. En realidad, tengo la sensación de estar escribiendo siempre la misma novela. O quizá es que abordo siempre la misma realidad… desde un prisma distinto”.
Esto no evitó que el comienzo de escritura fuera “un caos, como en mis novela anteriores. No planifico, me dejo llevar, de manera que lo que sucede en cada capítulo no deja de ser un misterio. A medida que escribo, voy descubriendo. Para eso escribo precisamente: para averiguar qué ocurre en la siguiente página. El primer sorprendido soy yo”. El resultado es una narración escrita con naturalidad, gusto y delicadeza, en la que el relato toma la forma de postales cotidianas y desordenadas con las que Antonio Fontana explora su memoria sentimental, pero si caer en el patetismo y proyectando un sentimiento de ternura.
A pesar de este aparente desorden, el punto de partida de todas sus novelas suele ser siempre, curiosamente, el final. “Conozco –explica- cómo terminan mis novelas; lo que no conozco, en cambio, es el camino que conduce hasta allí: lo descubro escribiendo. En cuanto a los personajes, procuro que no tengan demasiada iniciativa: se me sublevarían y escribirían su propia novela”.
Con cierta apariencia de autobiografía, reconoce que no sabe escribir sin el pronombre ‘yo’ delante, “pero eso no quiere decir que todo lo que cuento en mis novelas me haya ocurrido a mí. Otra cosa es que me guste confundir al lector, hacerle creer que sí, que las cosas ‘ocurrieron así’ y ‘me ocurrieron así’. Nada más alejado de la realidad”. Y aunque deja entrever Málaga, sus calles, sus barrios, lo que le interesa a Antonio Fontana es detenerse en los detalles, “en lo íntimo, en lo que cuesta distinguir a simple vista. Mi literatura tiene algo de microscopio”.
Experiencias y emociones sencillas, cotidianas, le bastan para montar su entramado narrativo, pero siempre con la intención de “levantar la alfombra para mirar debajo. Soy muy morboso: lo interesante no es la realidad, sino lo que esconde detrás. La parte en sombra”, destaca.
Ligado profesionalmente al diario ‘ABC’ durante treinta años, diecinueve de ellos como coordinador de la sección de libros del suplemento ABC Cultural, reconoce que “sigo sin entender muy bien el mundo editorial. El nuestro –reflexiona- mira demasiado hacia fuera y muy poco hacia dentro. ¿Y los lectores? Sigo sin saber quiénes son, dónde están… “. Pero tiene muy claro que “el Antonio Fontana periodista no debe conocer, ni siquiera de oídas, al Antonio Fontana novelista. Son dos personas diferentes, que lo mejor es que no sepan nada la una de la otra. Como si vivieran en continentes distintos”.
Centrada ahora su vida en su faceta como escritor, no duda al reconocer que ser ganador del Premio Málaga de Novela le ha supuesto “un pequeño paso para la humanidad, pero un gran paso para mí… No, en serio: el Premio Málaga ha supuesto una indudable proyección literaria; y espero que suponga también un acercamiento a esos lectores en cuyo nombre solemos hablar todos –escritores, editores, periodistas, críticos– sin conocerlos, aunque sean ellos los que mandan realmente”