Compuesto de seis partes cuya estructura íntima gira en torno al carácter falsario de la memoria y a aquellos mecanismos igualmente ficticios con los que se construye nuestra noción de la “verdad”, ‘Fábula’ –nuevo título de la colección Vandalia recientemente presentado- cumple un hito involuntario en la trayectoria poética de Javier Vela, poniendo fin a un ciclo discursivo iniciado una década atrás. A través de un lenguaje plástico y luminoso donde verso y versículo se funden sin ambages con la prosa poética, el autor nos conduce por el complejo espectro de mitos y creencias que conforman su idea de lo real.
Desde que ganara el Premio Adonais con su primer libro de poemas, Javier Vela se ha situado entre los autores más reconocidos de las jóvenes generaciones. “El poema – nos dice- da una nueva vida a las palabras, haciéndonos más libres y conscientes para desentrañar nuestro día a día”.
- ¿Cómo definiría‘Fábula’?
- Se trata de unconjunto de poemas cuya estructura íntima gira en torno al carácter falsario de la memoria. El libro es el relato sosegado de ese turbión de mitos y creencias que conforman nuestra noción de verdad, manipulada por la invención del recuerdo y el consuelo ilusorio de la ficción.
- Se indica que este libro pone fin a un ciclo. ¿Cómo ha cambiado su discurso poético en estos años? ¿Qué diferencia hay con el principio? ¿Cómo definiría su poesía actual?
- Bueno, se ha dicho –y es cierto– que un libro mío anterior,‘Imaginario’, marcaba una transición en mi obra desde la abstracción simbólica a la figuración connotativa, y que constituía una especie de bisagra estética frente a los trabajos iniciales, de mayor carga retórica. ‘Fábula’ viene a ahondar en un empeño iniciado hace ya casi una década, por medio de un compendio de poemas en prosa de cuño “neoimagista”, que no desdeña por ello la tradición simbolista de la que provengo.
- ¿Qué temas predominan en estos poemas?
- La primera sección está integrada por textos alusivos a obras contemporáneas de cine y televisión, cuya pulsión narrativa queda abstraída por la mirada poética. Sigue una brevesuite amorosa cuyo vínculo arraiga en el asombro por lo cotidiano, por la mera presencia de la figura amada, que a mí se me aparece en su dimensión metafísica, cargada de implicaciones latentes. ‘El sur’, por su parte, ahonda en mi doble condición atlántica y mediterránea, fruto de una conciencia a la deriva entre la orilla de los vencedores y la de los vencidos, y en donde la atención contemplativa mantiene al mismo tiempo una distancia crítica sobre lo observado que intenta revelarlo bajo una nueva luz. ‘Retrato de familia’ es un canto coral a lo que somos como comunidad, a nuestras fortalezas y debilidades, en las estribaciones de un nuevo “mal del siglo” originado por el periodo de crisis y estancamiento social que aún hoy seguimos atravesando. El quinto (y más autobiográfico) segmento del libro desliza una interpretación mítica acerca de mi historia y mi siempre cambiante identidad: las confesiones del “fabulador”; en el último, es la escritura misma la que se convierte en el objeto de la enunciación, en un juego de espejos vehiculado por las invocaciones de la palabra poética.
- Además de poesía, ¿por qué otros derroteros le está llevando la literatura?
- Siento una especial predilección por las formas breves. Relatos míos han visto la luz en revistas como‘Eñe’ o ‘Clarín’, y en este mismo trimestre, la editorial Menoscuarto publicará mi primer volumen de historias, titulado ‘Pequeñas sediciones’. Por lo demás, acabo de terminar una novela ambientada en el contexto de las migraciones que están teniendo lugar, para vergüenza nuestra, en Europa, en este caso por razones climáticas, con un niño sureño como protagonista.
- ¿Qué elementos de unión identifica enla poesía española y andaluza contemporánea? ¿Hay escuelas? ¿Hay maestros comunes?
- Mis maestros y referencias son múltiples y, sin duda, gozosamente dispares: el ‘Cantar de los cantares’, Lucrecio, Catulo, Horacio, Hazm, Emre, Petrarca, Garcilaso, Juan de Yepes, Góngora, Silesius, Novalis, Hölderlin, Whitman,Baudelaire, Laforgue, Roux, Vallejo, Rilke, Ajmátova, Milosz, Pessoa, Huidobro, Eliot, Neruda, los evangelios gnósticos, Éluard, Celan, Stevens, Char, Bachmann, Montale, Jouve, Borges, Jacqmin, Elytis, Juarroz, Paz, Andrade, Rojas… por citar solo algunos. Por lo demás, siento un vivo interés por la obra de algunos de mis contemporáneos, pero eso no significa que constituyamos, como generación, una corriente definida. Solo hace falta pensar en la variedad de registros que acogió bajo su etiqueta la así llamada Generación Novísima o del 68. La mía (que Luis Antonio de Villena ha dado en llamar ‘Generación de 2000’, a pesar nuestro) es más bien el producto de una afinidad de índole personal e intelectual, antes que estética.
- ¿Para qué sirve hoy día la escritura poética?
- Para vivir mejor y más humanamente. Hemos llegado a un punto en que nuestras palabras están emponzoñadas por el lenguaje técnico que emplean la economía y la política y que los medios continuamente remedan. El poema les da una nueva vida, haciéndonos más libres y conscientes para desentrañar nuestro día a día.
Javier Vela (Madrid, 1981) se dio a conocer como poeta con la publicación de ‘La hora del crepúsculo’ (2004), galardonado con el Adonais, al que le seguirían ‘Tiempo adentro’ (2006), ‘Imaginario’ (2009, Premio Loewe a la Joven Creación y Premio de la Crítica Madrileña), ‘Ofelia y otras lunas’ (2012) y ‘Hotel Origen’ (2015). Sus relatos han sido recogidos en el libro ‘Pequeñas sediciones’ (2016). Como traductor, ha vertido al castellano obras de diversos autores, como Jean Moréas (‘El viaje de Grecia’) o Paul Valéry (‘Alfabeto’). En la actualidad, dirige la Fundación Carlos Edmundo de Ory y colabora asiduamente en varios medios de comunicación, como el suplemento ‘El viajero’ del diario ‘El País’.