Gran expectación por la celebración de este acto, patrocinado por la Fundación Lara
El pasado 8 de noviembre se celebró en Cádiz el Pleno Extraordinario de la Real Academia Española de la Lengua en homenaje a la Constitución de 1812, acto que tuvo lugar en el Oratorio de San Felipe Neri, el mismo escenario que hace 200 años acogió a los diputados que vieron nacer la primera Carta Magna española. El pleno de la RAE celebrado, por primera vez en su historia fuera de su sede central, se centró principalmente en la conmemoración de La Pepa, aunque siguió el orden acostumbrado en sus reuniones, tratando también otros temas como el debate por la inclusión y definición de nuevas palabras en el diccionario en el ‘Turno de papeletas’ o la lectura del acta de la sesión anterior.
La alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, y el rector de la Universidad de Cádiz, Eduardo González-Mazo asistieron al acto en representación de las instituciones y posaron para la foto de familia con el grupo de académicos, encabezado por su director, José Manuel Blecua. También asistió la directora general de la Fundación José Manuel Lara, Ana Gavín, institución que patrocinó esta actividad tan extraordinaria que levantó gran expectación y fue seguida por numeroso público.
Tras un rezo en latín, como marca la tradición desde 1713, se dio comienzo a una sesión ordinaria, en la que José Manuel Blecua, director de la RAE, agradeció a las instituciones implicadas por su acompañamiento y resaltó que “fue sugerencia de nuestro compañero Arturo Pérez- Reverte” celebrar este acto conmemorativo, y recordó los nombres de Jovellanos, Villanueva, Porcel, Martínez de la Rosa, Juan Nicasio Gallego, Alcalá Galiano, José Joaquín de Mora, y el bibliófilo Bartolomé José Gallardo, diputados todos de las Cortes y miembros de la RAE. Asimismo recordó la figura de un director de la RAE, José María Pemán, quien “tuvo una actitud dignísima en el desempeño de la dirección en épocas muy difíciles” según apuntó. El director de la RAE no quiso terminar sin mencionar la participación en el título IX sobre la Instrucción Pública de la Constitución de 1812, en el que aparece un artículo en el que los académicos de la época, de la mano de Joaquín Lorenzo Villanueva, quisieron que se citara a la Real Academia Española: “Habrá una academia llamada Española cuyo objeto será conservar la pureza, propiedad y decoro de nuestra lengua”, citó.
El secretario dio a conocer las noticias de otras academias de la lengua en Iberoamérica y nuevos nombramientos, y se proclamaron las candidaturas presentadas para cubrir la vacante de la silla ‘b’, cuyos aspirantes son los traductores Miguel Sáenz, premio Nacional de Traducción, y Antonio Pau Pedrón, premio de Ensayo y Humanidades Ortega y Gasset. Otro de los puntos habituales en los plenos de la RAE, que se desarrolló también en Cádiz, fue el de la aportación de libros, en el que los académicos que han publicado esa semana se levantan y hacen entrega al director de un ejemplar. Le tocó el turno a José Manuel Sánchez Ron, con ‘Energía, una historia del progreso y desarrollo de la humanidad’; José María Merino, que ha publicado recientemente ‘El río del Edén’, y Arturo Pérez-Reverte, con ‘El tanto de la guardia vieja’.
La sesión continuó con las intervenciones de los académicos, como la de Pedro Álvarez de Miranda, quien en su discurso ‘Las Palabras de las Cortes’ destacó la aparición de neologismos durante el período de gestación de la Constitución, tales como liberal frente a servil, revolución y revolucionario frente a anarquía, ciudadano frente a vasallo o súbdito, o libertad y Constitución frente a despotismo y tiranía. Pero no todo el léxico político y social manejado en las Cortes de Cádiz era nuevo, ya que Miranda apuntó que “este tenía hondas raíces en la tradición política, y muchas otras el camino se lo había preparado el Siglo de las Luces español y europeo”. Asimismo dedicó unas palabras al término “bienestar”, el cual “como novedad del siglo XVIII pasó del ámbito privado al público”, pasando a ser objeto de la política, y a asociarse a expresiones como bienestar público, bienestar general o bienestar social.
La siguiente ponencia corrió a cargo de Carmen Iglesias, miembro también de la Real Academia, quien discernió sobre los logros y cambios que produjo la Constitución de 1812 en su momento y como estos influyeron en el resto de constituciones redactadas en nuestro país, hasta llegar a la Constitución de 1978, “en la que se vislumbran, a pesar de la distancia temporal que las separa, el mantenimiento de los principios de derecho que nuestros constituyentes hicieron en el Doce”. Seguidamente Iglesias describió las definiciones que la ciudad de Cádiz ha recibido a lo largo de la historia desde que fuera la ciudad que vio nacer el primer texto constitucional de la nación, expresiones como ‘Cádiz, puerta de América’, ‘Cádiz, partera de la Nación española’, ‘Cádiz, ciudad de la utopía’ o ‘Cádiz, cuna de nuestro constitucionalismo’.
El turno de José María Merino se vio colmado de referencias biográficas a diputados de las Cortes que fueron miembros de la RAE. En su discurso ‘Académicos en Cádiz’ no faltaron nombres como el de Juan Nicasio Gallego, quien intervino en la proclamación de la Libertad de Imprenta; Antonio Porcel Ruiz Fernández Ballesteros; José de Vargas Ponce -quien redactaría la “Declaración contra los abusos introducidos en la lengua castellana”-; Diego Clemencín y Viñas, que entre otras obras publicó la primera edición comentada de ‘El Quijote’ (con cerca de 6000 notas), o Francisco de Paula Martínez de la Rosa, quien fuera uno de los iniciadores del movimiento romántico en España.
El último turno correspondió al célebre escritor y académico Arturo Pérez-Reverte, que en su ponencia ‘El Cádiz de la Pepa’ narró a modo literario los “pesares” con los que se encontró Napoleón al intentar conquistar la nación española: “No sabía éste con quien se jugaba la guerra y el futuro”, relató Reverte sobre el conquistador francés. “No sabía, y lo supo pronto, que el español es un ser muy complejo. Un ser muy peligroso”, añadió. Describiendo a la ciudad de Cádiz como “un barco de piedra y murallas anclado en el mar”, el escritor dejó patente la inexpugnable resistencia que ofreció la ciudad ante la invasión francesa. Cerró su exposición Reverte aludiendo al problema de que la Constitución de 1812 “era, para ese momento histórico, demasiado revolucionaria”, ya que al regreso de Fernando VII, “el hermoso sueño se fue al diablo” según expresó. Dejó patente en su discurso que los españoles, al derrotar a los franceses ,otorgaron de nuevo el poder a quienes Napoleón estaba derrotando, “la España analfabeta y brutal, que al cabo acabaría asfixiándonos, de nuevo, durante mucho tiempo” apuntó.
Durante su estancia en Cádiz, los académicos fueron recibidos en el Ayuntamiento de Cádiz por la alcaldesa de la ciudad, y rindieron homenaje ante el Monumento de homenaje a las Cortes, donde realizaron una ofrenda floral. También visitaron el Casino Gaditano y el Observatorio de la Marina en San Fernando.