“Es el libro más políticamente incorrecto de todos los que he escrito”, afirmó el escritor granadino
Seis años después de ‘La canción del outsider’ (Premio Generación del 27), el escritor Álvaro Salvador –considerado junto a Luis García Montero el poeta más reconocido de la generación que abanderó ‘la otra sentimentalidad’- publica en Vandalia un nuevo libro de múltiples matices, ‘Fumando con mis muertos’, poemario que propone la fusión de lo privado y lo colectivo en un autorretrato de la edad madura, y que el autor granadino ha presentado ante la prensa y en un acto con lectores celebrado en la Biblioteca de Andalucía.
‘Fumando con mis muertos’ anuncia ya desde su título el protagonismo de una intensa meditación que realiza el poeta sobre el presente, al tiempo que no rechaza el análisis crítico de la realidad colectiva. El resultado es un homenaje a la poesía y a los poetas, al tiempo que desarrolla una compleja indagación en la memoria afectiva. En sus cinco secciones, aparecen temas como el ecologismo comprometido, la celebración urbana o la denuncia de la hipocresía del capitalismo. De otra, el retrato de una conciencia moral abrumada por la edad, pero atenta a la belleza y al deseo erótico, de la que el poeta extrae una irónica constatación del deterioro. En ese envejecer serenamente asumido se proyectan los desengaños, las diatribas y los sueños que componen uno de los libros más provocadores de Álvaro Salvador.
– Análisis de la realidad e indagación en la memoria, sociedad e individuo, lo colectivo y lo privado… ¿qué destaca más en este poemario?
– Es interesante esta pregunta porque creo que de mis libros es el más directamente preocupado por lo colectivo. A partir de una preocupación y una reflexión que son individuales, pero que casi en todos los poemas desembocan en lo colectivo.
– Aparece definido este libro como “uno de los más provocadores” de Álvaro Salvador ¿cuál puede ser el motivo?
– Creo que lo que Francisco Díaz de Castro quiere decir es que se trata de un libro políticamente incorrecto. Hablo de muertos y de gente que fuma; de gente que fuma y por eso se ha muerto, y de que son mis seres queridos con los que quiero además hablar y fumar. Hablo de que sueño que fumo, a pesar de que hace 18 años que lo dejé. Hablo de una madre que no quiere a su hijo, de hacer el amor con una embarazada, de excitarse con la fotografía de dos homosexuales, etc, etc. Sí, creo que el libro más políticamente incorrecto de los que he escrito.
– ¿Qué temas son los que predominan en ‘Fumando con mis muertos’?
– Bueno, ya he adelantado algo. El tema principal es la muerte y sus efectos, pero no sólo la muerte física, sino también la muerte de una época que está acabando, de los ideales, incluso de las manifestaciones artísticas, tal y cómo las conocemos. De la muerte de la poesía, Girando alrededor de este tema central están otros de los llamados temas eternos: el paso del tiempo, el amor y el desamor, la naturaleza. También la ecología, la posición actual de la mujer como víctima de una sociedad enferma…
– ¿Qué queda de esa ‘otra sentimentalidad’ que agrupó a toda una generación de poetas andaluces?
– Cada uno ha ido tomando su rumbo e identificando su tono, su voz, pero creo que coincidimos mucho en nuestras preocupaciones porque tenemos una educación y, por lo tanto, un modo de percibir la realidad muy parecido. Este libro ha surgido de una preocupación compartida con Luis García Montero, que es la certeza de que ya tenemos más interlocutores en el mundo de los muertos que en el de los vivos y que, por lo tanto, en cierto modo esta vida ya no es nuestra vida. Luis acaba de escribir un libro muy hermoso y terrible en el que narra épicamente la muerte de la poesía.
– El paso y el peso de los años, ¿hasta qué punto han influido en este libro?
– Sin ese peso y ese paso no podría haber sido escrito. Pero también utilizo ambas cosas para introducir al final un rayo, si no de esperanza, sí de consuelo, de consumación consolada. Es un libro áspero, más todavía que mi libro anterior ‘La canción del outsider’, pero no renuncio en él tampoco a cierta ironía y cierta ternura, aunque sea sólo por autocompasión.
– ¿Sigue siendo la poesía una expresión de denuncia y crítica, o es sólo ya una sombra de lo que fue en un mundo que no aguanta ni tiene tiempo para la reflexión?
– La simple existencia de la poesía es ya un modo de denuncia, de crítica y de resistencia. En un mundo en el que los valores espirituales están siendo aniquilados, el que algunas personas todavía se emocionen al leer o al escuchar unos versos nos mantiene conectados con los ancestros, con la sabiduría y la imaginación de la tradición, nos salva.