‘Memoria de cenizas’, el libro de mayor éxito de Eva Díaz Pérez

La novela inauguró la colección de Narrtiva de la Fundación Lara

La novela ‘Memoria de cenizas’, de la periodista y escritora Eva Díaz Pérez, abrió la nueva colección de Narrativa de la Fundación Lara, concebida para fomentar la creación entre nuevos autores, especialmente andaluces, y promocionarlos. Esta novela, que resultó finalista del Premio de Novela Fernando Lara 2003, se desarrolla en los ambientes monacales de la Sevilla del siglo XVI y se sustenta en una apasionante trama que combina acción y pensamiento. La obra, que se presentó oficialmente días antes de la celebración de la Feria del Libro de Sevilla de 2005, se ha convertido en uno de los grandes éxitos de la autora, quien posteriormente ha publicado también en la Fundación ‘Hijos del mediodía’ y ‘La Andalucía del exilio’.

– De la romería del Rocío a la Santa Inquisición, pasando por la Biblia del Oso, ¿alguna razón para esta persistencia en los temas religiosos?
– Es verdad que mi primer libro, El polvo del camino. El libro maldito del Rocío, fue una aproximación satírica y burlona a la romería rociera y que esta novela relata el conflicto que tuvieron los traductores de la célebre Biblia del Oso con el Santo Oficio, pero no existe un interés especial en los asuntos religiosos.
El polvo del camino es un ejercicio de rebeldía contra un fenómeno social –de origen religioso, claro- sobre el que sólo ha existido una versión de carácter apologético cuando es evidente que tiene un parodiable lado grotesco. En el caso de Memoria de cenizas existe un interés por desvelar un capítulo de la Historia de España -yo diría de Europa- sobre un asunto religioso que se ha silenciado durante siglos. Sí, es un tema religioso, pero que trasciende lo espiritual para convertirse en un episodio de la cultura europea que se imbrica dentro de los interesantes movimientos surgidos durante el Renacimiento, desde el erasmismo al biblismo o el neoplatonismo.
Además, creo que sobre la religión se ha dado siempre una sola versión. A mí me interesa lo heterodoxo, alumbrar de alguna manera las sombras que aún existen sobre la Historia y que en demasiadas ocasiones están unidas a la religión.

– ¿De sus publicaciones hasta la fecha se podría deducir que su carrera como escritora se mantendrá dentro del perímetro de la novela histórica?
– Me interesa la novela histórica, pero creo que no seguiré optando por ese género más que cuando lo pida la historia. Es cierto que me interesa mucho la realidad y poder jugar con ella, es decir, que la ficción nazca de las distintas variaciones de la realidad, que puede ser o no histórica.
Me parece que una novela en la que se juega con la realidad, con lo cierto y lo verosímil, tiene un interés añadido. Además, a estas alturas el lector está cansado de la novela como pura trama de ficción. Ahí están los éxitos de ‘novelas’ en las que hay una disolución de géneros que nacen de la realidad, como las memorias, el ensayo o las autobiografías.

– El pasado ha sido quizá el año de las novelas de intriga religiosa (El Código da Vinci, La Hermandad de la Sábana Santa, El Club Dante… ).  La suya contiene algunos de los ingredientes de estas novelas de éxito ¿La encuadraría en esta tendencia?
– No me gustaría que se identificara con esta moda de productos -más que obras literarias- de escasa calidad y que, efectivamente, están explotando la fiebre de la intriga religiosa. Memoria de cenizas cuenta la historia de uno de los focos del luteranismo en España, el que se desarrolló en Sevilla a mediados del siglo XVI y cuyos protagonistas fueron quemados en varios autos de fe por el Santo Oficio, obsesionado en esa época con el espíritu de la Contrarreforma. Es la historia de una disidencia, de unos personajes heterodoxos cuya vida y obra se ha intentado silenciar por ser incómoda y contraria a la oficial.

La historia de una novela

– Cuéntenos la génesis de su novela, de qué forma surge la idea de escribir sobre el luteranismo en Sevilla…
– Surge hace ya algunos años a raíz de una visita casi clandestina al monasterio de San Isidoro del Campo, que se encuentra en el pueblo sevillano de Santiponce, junto a las célebres ruinas de Itálica. Ahora, este impresionante cenobio está siendo restaurado, pero en aquella época se encontraba en un estado lamentable. Estaba olvidado, como la historia de algunos personajes que allí vivieron. Cuando supe que en el siglo XVI habían vivido los monjes jerónimos que luego harían la primera traducción completa al castellano de la Biblia, o sea la Biblia del Oso (que es la que hoy siguen leyendo los protestantes españoles y sudamericanos), me quedé impresionada. Al comenzar a investigar el tema aparecieron más historias: la tragedia de los que no pudieron huir y murieron en las piras de la Inquisición, los conventículos luteranos distribuidos por la ciudad, el comercio de libros prohibidos en medio de la fascinante y terrible Sevilla del siglo XVI. Era evidente que esta historia merecía ser contada. Por lo menos, como homenaje a unos personajes -Casiodoro de Reina, Antonio del Corro o Constantino Ponce de la Fuente- que protagonizan el mejor humanismo europeo y que en España apenas nadie conoce.

– ¿Cree que Sevilla fue exponente de intolerancia religiosa y clasismo social, o todo lo que se describe en la novela al respecto es trasladable a cualquier ciudad española de la época?
– Creo que Sevilla no era diferente de cualquier otra ciudad española. En Valladolid también existió un importante foco luterano, que ha novelado Miguel Delibes en El hereje. Ser puerta de las Indias permitió que, de la misma forma que los descubrimientos abrían la mente a los nuevos conocimientos científicos      -marítimos, botánicos, de astronomía, médicos-, también se replantearan los dogmas religiosos y sociales. En Sevilla se dio de forma natural una de las claves del Renacimiento: repensar el mundo.