Tras su exitosa presentación en Madrid ante los medios de comunicación, los lectores han tenido la oportunidad de conocer más y mejor una de las últimas novedades editoriales de la Fundación Lara, el libro ‘Lúcidos bordes de abismo. Memoria personal de los Panero’, de Luis Antonio de Villena. Las ciudades de Sevilla, Cádiz, Jerez y Málaga han sido los lugares elegidos para presentar esta semblanza colectiva sobre la familia de los Panero escrita por un amigo, un escritor también como ellos que compartió noches bohemias, aventuras caóticas, risas y desencantos. Gracias a la colaboración del Centro Andaluz de las Letras y del Instituto Municipal del Libro de Málaga, Luis Antonio de Villena ha desvelado cómo fueron aquellos años con los poetas Juan Luis y Leopoldo María, el hermano menor Michi, la madre Felicidad Blanc y la figura ausente del padre, el también poeta Leopoldo Panero, que protagonizan este libro de recuerdos que ha inaugurado una nueva línea editorial de la Fundación Lara que combina el ensayo literario y la memoria personal.
Durante el acto celebrado en Sevilla, Luis Antonio de Villena estuvo acompañado por Ignacio Garmendia y Alberto Guallart, que recordaron junto al autor el momento en que surgió la idea este libro: cuando escribió el obituario de la muerte del último superviviente de la familia, Leopoldo María Panero, en el psiquiátrico de Santa Brígida en Las Palmas de Gran Canaria. Supo en ese momento que había terminado una etapa, que podía hablar libremente, decir verdades que no fueran indiscretas, y recuperar el aroma de una época. El resultado es un libro en el que se mezclan el recuerdo y la anécdota para reconstruir un retrato colectivo único, pero en el que se añade también un oportuno análisis literario de lo que significó esta singular familia.
Lógicamente, en su intervención no faltaron alusiones a la ‘movida’ madrileña, a la apertura tras el franquismo y al estreno en 1976 del documental ‘El desencanto’ en el que Jaime Chávarri filmó el proceso de autodestrucción de la familia Panero. “La cinta los catapultó a la fama y en cierta forma los identificó con el malditismo. Se trataba de deshacer públicamente el mito de la santa y saludable familia franquista”, añadió Villena, quien tuvo palabras especiales para el que fuera su mejor amigo en esta familia, Leopoldo María con su “risa oscura, cavernosa, arrastrada, desquiciada y al mismo tiempo amiga”.