Comienza el año 2018 con la reedición de una novela conocida por los lectores, una obra del escritor gaditano Felipe Benítez Reyes, publicada por primera vez en 1998 y que se convirtió al poco de su aparición en una obra de culto. Se trata de ‘El novio del mundo’, que cuenta la historia de Walter Arias, una mezcla de filósofo surrealista y de psicoanalista antifreudiano, de romántico y de obseso sexual, de arlequín y de monstruo, de moralista y delincuente. Todo esto, junto a las hilarantes escenas que protagoniza, dio lugar a una obra que tuvo una excelente acogida entre la crítica y los lectores, y que ahora se publica con un epílogo inédito.
Estamos ante la historia de Walter Arias, precursor del movimiento filosófico llamado walterismo, una de las corrientes espirituales menos espirituales de cuantas conoció el pasado milenio. Burlón y despiadado, visionario y reflexivo, Arias nos cuenta los vaivenes de su vida –su noviazgo con el mundo– a lo largo de un hilarante thriller picaresco y metafísico que el escritor gaditano Felipe Benítez Reyes publicó hace ya veinte años. Cuando apareció este libro, la reacción de los lectores fue inusual, ya que llegaron incluso a hablar de él como si fuese un amigo común, como si sus frases y lances correspondiesen a una persona real. Marcó la trayectoria profesional de este autor, y la Fundación Lara la coloca de nuevo en los anaqueles de las librerías. Tras su presentación en Madrid, próximamente se presentará en Málaga (23 de enero den La Térmica) y Cádiz (31 de enero).
“Una de las pocas grandes novelas que ha producido la narrativa española en los últimos 30 años” (Juan Bonilla). “Sólo un poeta podía escribir una novela tan desternillante” (Pablo Carbonell). “Benítez Reyes ha conseguido lo que muy pocos escritores logran; una manera de mirar el mundo: el walterismo, una mezcla extraordinaria de inteligencia, desencanto y humor” (Carlos Marzal). “Walter Arias resulta una fábrica andante de teorías, hasta el punto de fundar una escuela filosófica con opiniones desconcertantes sobre el bien y el mal” (Luis García Montero). Esto es solo una muestra de los comentarios que provocó la aparición de la novela.
– ¿Cuánto hemos cambiado desde el primer novio de 1998 a este que llega 20 años más tarde? ¿Se han producido más cambios sociales que personales?
– De todo un poco. Cuando se me planteó la posibilidad de esta reedición, sentí inquietud. Releí la novela con miedo, sin saber qué iba a encontrarme tantos años después, porque el caso es que tengo muy mala memoria para lo que escribo. Lo olvido enseguida, supongo que por necesidad de depurar la memoria para dejar hueco a otras invenciones, pues demasiado tiene uno con llevar en la conciencia los episodios de su vida real como para cargar también con los imaginarios. ¿Me gustó en esa relectura? Bueno, creo que a ningún escritor le gustan del todo sus libros, y mejor así, porque esa insatisfacción es el mejor estímulo para seguir escribiendo. No es una cuestión de gusto o de decepción lo que te guía, sino más bien una cuestión de funcionamiento. Al reparador de relojes no le preocupa que el reloj sea más o menos bonito ni que sus materiales sean más o menos nobles, sino que vuelva a funcionar. “¿Funciona? Sí. Pues ya”. Algo parecido a eso, a esa actitud.
– Novela picaresca del siglo XX, novela que mezcla el humor con lo terrible, una parodia de la vida, un melodrama inteligente… ¿qué definición le parece más acertada?
– No sé. El escritor no tiene demasiada autoridad para definir o clasificar sus obras. Eso suele venir de fuera. Pero creo que tiene, sí, su dosis de picaresca, su medida de humor, con contrapuntos a veces terribles, y su cuota de parodia, aunque no sabría decir exactamente de qué. Se trata fundamentalmente del testimonio, en primera persona, de una conciencia demasiado peculiar y bastante desmesurada, con sus derivaciones anómalas de pensamiento, palabra, obra y omisión. Como dice el protagonista, su manera de pensar oscila entre la de Descartes y la del barón de Münchausen.
– ¿Cómo surge un personaje como Walter Arias? ¿Qué había pasado en su vida para que el resultado de la reflexión y del trabajo como escritor fuera este filósofo surrealista, burlón y visionario?
– En mi caso, las novelas no suelen partir de una visión panorámica, sino de un pequeño detalle. De una imagen, de una frase. Y a partir de ahí tiro del hilo, hasta donde dé de sí. En este caso, el carrete resultó ser largo. Por fortuna para mí, su ideación no responde a pautas autobiográficas. Cuando concibes un personaje, no te autorretratas, sino que construyes un muñeco con habilidades, entre ellas, como principal, la de una conciencia propia. Walter Arias, el protagonista, es un personaje de tendencias digresivas, de modo que intenté que la peripecia estuviese acompañada de la glosa -a menudo disparatada- de la peripecia en sí. Que importase lo que le pasaba al personaje pero, sobre todo, la interpretación que el personaje hacía de lo que le pasaba. La acción y la divagación. Un poco aquello que decía Laurence Sterne: “Lo que turba a los hombres no son las cosas en sí, sino las opiniones sobre tales cosas”.
– ¿Qué aclara ese epílogo inédito que se incluye en esta edición?
– Fundamentalmente, algunas anécdotas referidas al proceso de escritura y otras relativas a algunas cosas curiosas a que dio pie en su día entre algunos lectores, como aquella persona que me escribió varias cartas identificándose como Walter Arias y achacándome que hubiera contado su vida sin su permiso.
– ¿Le tiene cariño al personaje?
– Es curioso: Walter es un antihéroe de ficción que algunos lectores han convertido casi en una persona. Hay veces en que incluso yo mismo lo pienso como alguien de carne y hueso. No es frecuente que esto pase, y supongo que hay que interpretarlo como una buena señal, no sé. Al menos como una buena señal literaria, aunque tal vez no como un buen síntoma psicológico. Algunos me hablan de Walter como si fuese un amigo común, me preguntan por él, me recuerdan frases y lances suyos como si correspondiesen a una persona real. A este paso, el día menos pensado me lo cruzo por la calle. No solo los lectores celebraron esta novela. Compañeros escritores, músicos, críticos, intelectuales, periodistas y profesionales de muchos otros gremios ensalzaron con entusiasmo esta historia y la pusieron por las nubes. En general tuvo una acogida muy amable. Uno nunca sabe cómo va a resultar tu apuesta, y escribir es eso, una apuesta. Una propuesta desde el vacío. Escribes lo que te apetece escribir, del mejor modo que sabes, y a veces hay suerte y otras no, dependiendo de factores incontrolables y un tanto misteriosos.