Se trata de un mapa alternativo de la poesía femenina con una selección de autoras poco conocidas, cuyas obras ilustra la propia antóloga con un cuaderno de fotografías
La escritora María Alcantarilla, una de las voces más poderosas y singulares de su generación, ha sido la encargada de abrir el año de nuestra colección Vandalia de poesía. En esta ocasión, la poeta se estrena como antóloga con este original y extraordinario libro, ‘El cielo de abajo’, una selección que recoge y difunde la obra de autoras poco conocidas en España. El volumen -que ha sido presentado en Cádiz con la colaboración de la Fundación Carlos Edmundo de Ory- incluye un cuaderno de fotografías en las que la propia María Alcantarilla enfrenta los temas de la antología desde una perspectiva visual. ‘El cielo de abajo’ ofrece un mapa alternativo de la poesía femenina hispanoamericana que pretende repensar la noción de cuerpo-objeto que le ha sido tradicionalmente asignada. María Alcantarilla recorre un itinerario singularísimo compuesto por trece autoras que, en su práctica totalidad, habían permanecido hasta ahora en una suerte de limbo con respecto al canon establecido, y cuya fortuna editorial dificultaba sensiblemente el acceso general a sus obras.
La venezolana Hanni Ossott, la uruguaya Tatiana Oroño, la boliviana Blanca Wiethüchter, la panameña Diana Morán, la ecuatoriana Ileana Espinel o la mexicana Esther Seligson, entre otras, son las protagonistas de ‘El cielo de abajo’. María Alcantarilla recupera el papel de las mujeres como legítimas interlocutoras poéticas frente a esa misoginia ancestral que durante siglos ha silenciado su imaginario, restaurando el espejo poliédrico de la poesía escrita desde y a través del cuerpo.
- ¿Cómo surge este libro, este proyecto literario?
- Hispanoamérica siempre me ha interesado, tanto en la poesía —como es el caso— como en la narrativa, por varios motivos, todos muy personales. En primer lugar, por la manera de volcar sus imaginarios, habitualmente de forma mucho más orgánica, viva y cercana a una línea de pensamiento que zigzaguea que a una sencilla línea recta. En segundo lugar, por su forma periférica de abordar los temas, dejándonos como lectores muchísimo margen interpretativo y, en tercer lugar, por la manera en la que desgranan y diseminan esos temas, yendo mucho más allá de la superficie, de lo evidente. En este sentido, me interesaba sumergirme en algunas poéticas y dedicarles tiempo a ciertas escritoras, no solo ya como el proyecto de libro que es ahora mismo, sino por mero disfrute y aprendizaje personal. Sobra decir, en este sentido, que recuperar voces femeninas de gran calado como las que aparecen en ‘El cielo de abajo’ debería ser, casi, obligatorio. Por mera justicia histórica.
- ¿Qué destacaría de las mujeres poetas seleccionadas en esta antología? ¿qué las caracteriza?
- El mapa es amplio y variado en sus formas y, por el contrario, he intentado que el fondo, como ya se explica en la introducción, sea común. Es decir, vehicularlo todo a través de la tesis de la que parto, de una misma consigna estética y expresiva que en esencia contrapone el discurso de la razón a la intuición poética. Me interesaba y me interesa, de forma muy viva, restituir los saberes del cuerpo frente a todos esos saberes técnicos -entendidos como desvío del conocimiento esencial– a los que, por educación y por contexto social, estamos más que habituados.
- ‘El cielo de abajo’ es su título. ¿Me lo puede explicar?
- Pues el título bebe de la tradición mapuche. En su cosmovisión representan el universo como una serie de planos superpuestos (“Tierra de arriba”, “Tierra de abajo”, “Tierra de debajo”), diferenciando entre quienes frecuentan las alturas (los seres protectores y las almas de los antepasados) y quienes habitan en la superficie (los humanos, los animales, las plantas); los poetas pertenecen sin duda a este segundo orden y, por ello, quise darle una vuelta a esta idea y sustituir lo terrenal por lo empíreo, que asocio, no solo con la poesía, sino también al universo femenino. De ahí el juego: lo divino está en la tierra (aunque durante tanto tiempo haya sido ignorado).
- Y la idea de acompañar las poetas y los textos seleccionados con fotografías, ¿cómo surgió?
- Todo trabajo de documentación lleva asociado muchísimo material y muchísimas ideas periféricas. En mi caso, que también me dedico a la fotografía, parte de esas ideas se articulan gráficamente. De ahí que, entre el editor y yo, consensuásemos que quizá fuese buena idea rescatar ese material como “forma de diálogo” íntimo y distendido con esas trece poetas. Una suerte de complemento en el que trato de ahondar y de reinterpretar fotográficamente sus propuestas.
- Afortunadamente, parece que estamos ahora en un proceso de recuperación de artistas, escritoras, científicas…, pero ¿queda mucho por reivindicar? ¿cree que se trabaja en este sentido? ¿ha habido retrocesos?
- No solo queda mucho por reivindicar, sino que queda mucho por rescatar y, además, como ya se comenta en la introducción, con cierto criterio. En este sentido he intentado, no solo abundar en esas figuras femeninas que todos conocemos, aunque sea de oídas, sino colocar en la posición que merecen a ciertas voces desconocidas y que, sin embargo, dejaron un legado para mi gusto único y necesario. Creo que por ahí debería ir el trabajo, por el rescate y el reconocimiento de todo lo que ciertas mujeres nos legaron y que, hoy en día, aún continúa en el olvido.
- ¿Por dónde caminan sus lecturas, sus gustos, sus escritores de referencia…?
- Intento acercarme y aprender de aquello que me conmueve. En este sentido, soy bastante ecléctica, pero prefiero en todo caso que no me pongan las cosas excesivamente fáciles. Los tiempos que nos han tocado, al menos así lo veo yo, favorecen un pensamiento laxo, una forma de acercarnos a todo tipo de manifestaciones artísticas —incluida la lectura—en las que la facilidad se impone sobre la profundidad. La costumbre de que nos den las ideas digeridas se impone sobre la elaboración de un pensamiento crítico propio que entienda que el proceso creativo no termina en el hecho, por ejemplo, de escribir un libro, sino en la recepción y asimilación de esas ideas por parte de todos nosotros.
La autora
María Alcantarilla (Sevilla, 1983) ha publicado los poemarios Ella: invierno (2014), La edad de la ignorancia (2017, Premio Internacional de Poesía Hermanos Argensola) e Introducción al límite (colección Vandalia 2019), el volumen de poesía visual El agua de tu sombra (2013, I Premio de Poesía Multimedia Poemad) y la antología visual de la poesía española contemporánea La verdad y su doble (2016), además de la novela Un acto solitario (2017). Ha trabajado en arte audiovisual, pintura y fotografía, colaborando con medios como El País, Le Monde Diplomatique o El rapto de Europa, y con autores como Juan Bonilla. Licenciada en Periodismo, ha sido profesora de Lengua y Literatura. Actualmente dirige el Aula de Escritura Autobiográfica de la Universidad de Cádiz y el Taller de Escritura Biográfica de la Fundación José Manuel Lara.