Oferta especial para los socios de la Biblioteca Clásicos Andaluces

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La BIBLIOTECA CLÁSICOS ANDALUCES responde a una cuidada selección de títulos que abarca los diferentes géneros, épocas y autores de la literatura andaluza. El resultado es un conjunto de publicaciones que componen un catálogo completo, coherente, equilibrado y novedoso, una colección que dirige el profesor José Lara Garrido, catedrático de Literatura de la Universidad de Málaga (en la imagen). En el prólogo de cada volumen, con información actualizada, se traza una semblanza del autor y se explican la obra y obras editadas atendiendo al proceso compositivo, el género, la estructura, la forma y estilo, y la historia de su recepción y crítica. Hasta el momento se llevan publicados 23 títulos, volúmenes que se presentan en hermosas ediciones con un diseño atractivo y moderno, y que ahora se ofrecen en una oferta especial de forma que este conjunto de títulos imprescindibles pueda estar en bibliotecas escolares, universitarias y otros centros de formación e investigación (ver listado completo de títulos publicado en el apartado EDITORIAL).

 

 -¿Cómo y con qué propósito surgió la idea de crear la Biblioteca Clásicos Andaluces?

– La idea esencial era realizar la más amplia, completa y rigurosa recopilación jamás emprendida del patrimonio literario de Andalucía, representada por autores y obras que son parte importante de la cultura española y, en muchos casos, universal. A propuesta de la Fundación José Manuel Lara elaboré en su momento un amplio informe sobre el perfil y contenidos posibles de una Biblioteca de Clásicos Andaluces. Se trataba de evitar títulos muy trillados sin tampoco configurar un refugio de textos marginales y heterodoxos, buscando por tanto un coherente equilibrio entre el canon recibido y los muchos nuevos aportes en el conocimiento de nuestra historia literaria. El informe fue valorado positivamente encargándoseme la dirección del proyecto, que con un conjunto de cien títulos pretende ser un adecuado escaparate de nuestra literatura y un espejo en que se mire la cultura andaluza.

– ¿Qué había antes de que apareciese esta colección?

– En Andalucía muy poco, pues de forma coyuntural se venían publicando obras de clásicos en instituciones como Universidades o Diputaciones. Entre ellas meritorias labores de rescate sobre clásicos menores como los dramaturgos Mira de Amescua o Felipe Godínez, o los poetas antequeranos, granadinos y sevillanos. Pero nada coherente ni sistemático, y además sin cubrir muchos periodos y autores contemplados en nuestra colección. Ésta como proyecto riguroso y amplio supone un punto y aparte, que además aspira a integrar de forma equilibrada los resultados de muchos de esos esfuerzos que nos han antecedido.

– Cuando coincide algunos de los títulos publicados con los de otras colecciones ¿en qué se diferencian los textos de Clásicos Andaluces?

– En caso de obligada coincidencia el volumen nuestro  tiene otra concepción editorial y un especial cuidado en el  tratamiento del texto, con novedades en la interpretación y anotación; la riqueza de materiales reunidos en el Apéndice los hace además realmente novedosos. Supone un vuelco editar con el rigor, exhaustividad y hondura explicativa que lo hemos hecho la poesía de Juan de Arguijo o las Escenas andaluzas de Estébanez Calderón. Pondré tres ejemplos de autores que cuentan con una cierta tradición editorial: de fray Luis de granada hay una edición para especialistas de las Obras completas pero no una antología organizada como Guía de maravillas que permita un itinerario de lectura a través de una selección orgánica y escalonada de conceptos; de Giner de los Ríos existen otras antologías de ensayos, pero ninguna centrada en el arte y las letras, reuniendo además esa nutridísima corona de textos de homenaje que llega hasta José Ángel Valente; de Francisco de Medrano las novedades interpretativas desde su enfoque general, se multiplican, y a ello hay que añadir el amplio volumen de textos (más de 200 páginas) del “Cancionero de juventud” publicado por primera vez.

– ¿Eran muy difíciles o imposibles de encontrar antes de que aparecieran en Clásicos Andaluces estas publicaciones?

– En la mayoría de las ocasiones sí, porque o se trata de clásicos desatendidos en colecciones de ámbito nacional. Son rigurosamente nuevas las antologías de Poesía andaluza de Cancionero, El grupo poético sevillano de los siglos XVIII y XIX, o la recuperación de ese “libro de oro” que son las Flores de poetas ilustres de Pedro Espinosa; son importantes rescates para la historia de nuestra cultura los Ensayos de Alberto Lista o el Diario de un testigo de guerra de África de Pedro Antonio de Alarcón.

– ¿De qué título por su repercusión se siente más satisfecho y cuál puede resultar más curioso?

– Es muy difícil determinarlo, porque casi todos han supuesto una inmensa satisfacción dada su novedad. Por lo que suponen de apuesta personal subrayaría las ediciones de Arguijo, Medrano, Espinosa, Estébanez Calderón y el Duque de Rivas, pero, insisto, cada uno tiene razones de peso para ser insustituible. En la segunda parte de la pregunta me siento más cómodo: será un descubrimiento el Giner ensayista sobre artes y letras, o la posibilidad de entender en escala de lectura a fray Luis de Granada o los deliciosos apotegmas de Rufo; por descontado la maestría del erotismo en La lozana andaluza. Y de cara al futuro próximo el esplendor del libro de viajes a Italia de Castelar el sostenido gracejo de los Sainetes de González del Castillo o todo el trasfondo mítico y cultural que desprenden los Libros de antigüedades, por primera vez antologados como género en un volumen de clásicos.

– ¿Qué repercusión ha tenido en la comunidad universitaria e investigadora?

– Ha tenido una acogida muy positiva, de la que puedo ser fedatario por las valoraciones y felicitaciones que como director me han hecho llegar desde toda España, Francia, Italia, Inglaterra y Estados Unidos, escritores, colegas y estudiosos. También puede recalcarse el impacto de las ediciones reflejado en las reseñas que en número creciente saludan la aparición de los volúmenes. Se valora ante todo el conjunto de la Biblioteca. Como muestra me remito a lo que recientemente escribía Luis Alberto de Cuenca en las páginas culturales de un periódico nacional, sintetizando valores esenciales de la misma: “Todos ellos preparados por filólogos de fuste, cuyos estudios preliminares resultan del mayor interés, lo mismo que la idónea fijación de los textos y la impecable anotación a pie de página. Todos ellos elegantemente presentados”.

Entre los autores y título que quedan por publicar ¿puede adelantarnos a corto y medio plazo que es lo que considera más relevante?

En una selección tan estricta y cuidadosamente establecida todo ha de ser relevante. El sentido profundo de la pregunta, entiendo, es marcar las líneas de novedad o las parcelas que vamos a poder ir cubriendo. Y en relación con ello considero central en la Biblioteca cómo abordaremos a partir del próximo año la publicación de los cuatro autores que en la misma estarán representados con unas Obras completas: Mateo Alemán, Góngora, Cadalso y Bécquer. Se trata de proyectos ultimados o en marcha que supondrán la colaboración de dos o más especialistas, en cada caso con un coordinador de la edición. Además, por otra parte, mantener en el proceso de marcha el equilibrio entre géneros y épocas. Por eso entre los títulos inmediatos enumeraré: Recuerdos de Italia de Emilio Castelar, Novelas de Fernán Caballero, Sainetes de Juan Ignacio González del Castillo, o Andanzas y viajes de Pero Tafur. También en preparación se encuentran para más adelante la Obra selecta de José Vargas Ponce, una amplia selección de Libros de antigüedades de Andalucía, los Ensayos de Ganivet, los Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega o la Guerra de Granada de Hurtado de Mendoza. Amén de nombres como el Cartujano, Cipriano de Valera, Fernán Pérez de Oliva, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Luis Martín de la Plaza, Antonio Mira de Amescua, José Joaquín de Mora o Nicolás Salmerón.

¿Sería necesario mayor apoyo de parte de la Administración para seguir trabajando en esta línea, y sobre todo en su difusión: bibliotecas, institutos, colegios, universidades?

Sí es necesario. Pienso que al patrocinio esencial de la Fundación Unicaja que hace posible el sostenimiento, libro a libro, de la colección, para esa difusión cabría recabar el apoyo de la administración andaluza, puesto que lo que se trata es nada menos que la recuperación crítica y selecta de una parte importantísima de nuestro patrimonio cultural. No ya en calidad de director, sino como universitario y estudioso, me gustaría insistir ante quienes tienen a su cargo la responsabilidad de la cultura en nuestra comunidad que valoren hasta qué punto es una ocasión excepcional. Casi la soñada, que en cada lugar de nuestra geografía estuviera disponible este tesoro tan nuestro y universal que está reuniendo la Biblioteca de Clásicos Andaluces. Difícilmente en cien volúmenes va a ofrecerse tanto, a recuperarse tanto, a poner en valor parcelas tan esenciales de nuestra cultura olvidados, preteridas o desconocidas desde la Edad Media hasta los inicios del XX. Y desde luego sería deseable contar con el escaparate de la televisión pública en la medida en que también es responsable de la difusión de la cultura andaluza y de la mejora de la calidad educativa, poniendo al alcance de todos el conocimiento de esta colección que acoge lo que es más distintivo de nuestra comunidad histórica: su patrimonio literario.