Su nuevo libro, publicado en Vandalia, se presentará el próximo mes de septiembre.
Regresa a la colección Vandalia un autor con una trayectoria ampliamente reconocida: José Carlos Rosales. El escritor granadino es uno de los poetas más valiosos de su generación, y ahora presenta en su nuevo libro, titulado Y el aire de los mapas, un conjunto de poemas que vienen a cerrar un ciclo creativo elaborado a lo largo de las tres últimas décadas una especie de ajuste final de ciertas apreciaciones poéticas sobre la vida o el mundo, la existencia o la historia, según él mismo explica. José Carlos Rosales ha publicado ya en Vandalia el volumen Memoria poética de la Alhambra, la más completa antología de poemas dedicados al monumento, así como el libro titulado El desierto, la arena.
– ¿En qué momento de su trayectoria como escritor llega Y el aire de los mapas?
– Con este libro se cierra el proyecto poético que inicié con el primero que publiqué, El buzo incorregible, allá por el año 1988, un ciclo en el que, exceptuando Poemas a Milena, están incluidos todo los que he publicado hasta ahora. De ahí ese clima conclusivo al que se alude desde la conjunción Y de su título. En un principio pensé que este ciclo no se prolongaría tanto en el tiempo, pero los temas fueron ampliándose o diversificándose, a la vez que se hacían más hondos o precisos. Me dejé llevar y ahora, cuando lo pienso, no me parece mal que haya ocurrido de esa manera Así que este libro es el fin de una etapa y, también, el inicio de otra a la que veladamente se alude en alguno de sus poemas.
– Este viaje poético, interior, ¿está también asociado a un viaje físico, a un cambio de paisajes?
– Me parece que el símbolo del viaje, intelectual o físico, siempre ha estado presente en mi trabajo poético; pero nunca ha estado solo, ha ido acompañándose de otras nociones muy próximas: el naufragio o la huida, el alejamiento o la pérdida, la frontera o el cansancio. Y, aunque no se aluda directamente a ello en las páginas de Y el aire de los mapas, supongo que mis recientes viajes por América han contribuido a perfilar esa sensación de tránsito y extrañamiento que tanto me han atraído desde los primeros poemas. Nuestros paisajes vitales cambian con el transcurso del tiempo, se modifican y depuran, y es lógico que esos cambios se manifiesten en los poemas que escribo.
– ¿Se puede viajar sin mapas, sin guías? ¿Y escribir sin ataduras, sin influencias?
– Lo ideal sería saber la intención de los mapas y comprobar si esa intención coincide con la nuestra; aunque no siempre se perciba, algunos mapas tienen un objetivo que va más allá de la mera descripción de un territorio o de una ruta. Y, sobre todo, lo más interesante sería saber si viajamos para volver al lugar de donde hemos partido o si, por el contrario, lo hacemos para no regresar nunca: eso sería lo ideal, al menos para mí. Pero, con mapas o sin mapas, disponer de un espacio abierto es lo único imprescindible para poder viajar, sin espacio o sin aire no hay viaje posible. Y lo de escribir sin influencias , bueno, no sé, supongo que es prácticamente imposible.
– ¿Juega algún papel en este viaje interior su relación con Granada o Andalucía?
– Supongo que todos los lugares donde hayas residido condicionan tus viajes, ya sean interiores o exteriores. Al fin y al cabo son tus puntos de partida; y también son los lugares a los que frecuentemente se regresa. En mi caso estos lugares no son sólo Granada o Andalucía, también me gusta pensar que son España y, sobre todo Europa. Ya se sabe, nos vamos de Europa y la mayoría de nosotros, casi siempre, acabamos regresando a ella.