Los dos ganadores posan junto a los miembros del jurado de estos prestigiosos premios y representantes de la Fundación Cajasol y Fundación José Manuel Lara.
Fundación Cajasol y Fundación José Manuel Lara conceden estos galardones, que han recaído en ‘Bolero. El vicio de quererte’, de José Javier León, y ‘Julio Camba. Una lección de periodismo’, de Francisco Fuster, respectivamente
El pasado 4 de octubre se presentaron en la sede de la Fundación Cajasol en Sevilla, ante los medios de comunicación, las obras galardonadas con los Premios Manuel Alvar de Estudios Humanísticos y Antonio Domínguez Ortiz de Biografías 2022. Se trata del ensayo ‘Bolero. El vicio de quererte’, de José Javier León, que obtuvo el Premio Manuel Alvar, y deltrabajo titulado ‘Julio Camba. Una lección de periodismo’, de Francisco Fuster, galardonado con el Premio Antonio Domínguez Ortiz.
Los Premios Manuel Alvar y Antonio Domínguez Ortiz –dotados con 4.000 euros y que conllevan la publicación de la obra ganadora en el sello editorial de la Fundación Lara- son concedidos por la Fundación Cajasol y la Fundación José Manuel Lara, que convocan el certamen en memoria de estas dos personalidades del mundo de la cultura y la investigación.
El Jurado -integrado por Nativel Preciado, Bernardo Bueno, Jacobo Cortines, Ignacio Fernández Garmendia, Alberto González Troyano, Antonio Cáceres y Joaquín Pérez-Azaústre- destacó, en el caso de la biografía de Camba, que se trata de una breve pero enjundiosa aproximación a la figura del gran periodista gallego por parte de uno de los mejores conocedores de su obra, justamente reivindicada en las últimas décadas por su lucidez, su sentido del humor y su concisa y elegante escritura”. Sobre el ensayo de José Javier León, resaltó que es “una brillante exploración de un género popular que hunde sus raíces en la lírica tradicional y el Modernismo hispánico, resaltando el fondo transgresor de sus letras, los significados no expresos y la aportación a la memoria sentimental de generaciones de oyentes”.
FRANCISCO FUSTER: “LOS ARTÍCULOS DE CAMBA SON UN EXCELENTE DOCUMENTO HISTÓRICO SOBRE EL SIGLO XX”
La figura de Julio Camba ha sido reivindicada en las últimas décadas por su lucidez, su sentido del humor y su concisa y elegante escritura, si bien, a pesar de esa certeza, su carácter huidizo y reservado nos ha impedido acceder a su intimidad, a ese ego perecedero que él mismo se esforzó en esconder, bajo la máscara de su archiconocido personaje.
Al margen de los datos autobiográficos que aportan las breves memorias de su juventud argentina y de otros dispersos en los varios miles de artículos que publicó, carecemos de otros testimonios que nos ayuden a adentrarnos en su esquiva personalidad. Esta biografía reconstruye el itinerario de Camba a través de un relato ágil y fluido, pero excelentemente documentado, en el que Francisco Fuster ha abordado, de manera equilibrada, la narración de la peripecia vital del protagonista y el análisis de su obra. En años convulsos, la virtuosa pluma de Camba emergió, por encima del resto, para convertirlo, no en un simple articulista, sino en un excepcional cronista de su tiempo: un maestro del oficio que contribuyó a pintar, en negro sobre blanco, el verdadero retrato de su época.
- ¿Cómo surge la idea de presentar este libro al Premio Antonio Domínguez Ortiz?
- La verdad es que una primera versión de este trabajo fue el proyecto de investigación que presenté para la oposición a mi plaza de Profesor Titular de Universidad, en octubre de 2021. Luego pensé que, en vez de enviar el manuscrito a alguna editorial, podía presentarlo al premio porque, si lo obtenía, la difusión que tendría sería mucho mayor que si lo publicaba en una editorial académica, cuyo público es muy reducido. Más que la cantidad económica del premio, lo que me interesaba era dar visibilidad al fruto final de los diez años de mi vida que he dedicado a Camba. Este libro es mi despedida del personaje, por lo que, de alguna manera, el reconocimiento del jurado ha resultado ser el broche de oro para cerrar un ciclo.
- ¿Cuándo y por qué se produce su acercamiento a la figura y obra de Julio Camba?
- Descubrí a Camba mientras realizaba mi tesis doctoral sobre Pío Baroja en los años 2010-11. Por entonces, yo ejercía la crítica literaria en la revista Ojos de papel. Su director, el historiador gallego Rogelio López Blanco, que conocía bien mis gustos, fue quien me lo recomendó. Leí algunos de sus artículos y me enamoré de su forma de pensar y de escribir, porque lo vi como un autor en el que se mezclaba lo mejor de los escritores –Azorín y el propio Baroja–, a los que más me he dedicado como investigador. En 2012 (ese año se cumplían los 50 años de su muerte), publiqué mi primer artículo sobre Camba, argumentando la necesidad de que sus libros fuesen reeditados. Parece que el llamamiento surgió efecto, porque durante los últimos diez años se han reeditado varios de sus libros y se han publicado nuevas antologías con artículos inéditos, algunas de las cuales, yo mismo he preparado.
- ¿Qué destacaría de su complejo y poco conocido perfil biográfico?
- Quizá el hecho de que fue un hombre introvertido, al que nunca le gustó expresar sus sentimientos. Cuando estaba a gusto, Camba era muy agradable en las distancias cortas porque tenía ese encanto natural que solo poseen ciertas personas. Sin embargo, su problema es que casi nunca estaba a gusto. Tenía un punto de misantropía que lo convertía en un tipo arisco e irascible, con muy poca paciencia para el trato humano. Su deseo de ser independiente y de no comprometerse con nadie, le llevo a vivir una vida nómada que todos envidiaban, pero que él mismo llego a odiar, en determinados momentos. En la biografía explico su carácter ciclotímico e intento argumentar que, a pesar de esa vida de acción que llevó, tan viajera y cosmopolita, jamás encontró su sitio y no fue un hombre completamente feliz.
- Uno de los objetivos de este libro es destacar que no estamos ante un simple articulista, sino ante un excepcional cronista de su tiempo, ¿qué papel tuvieron sus textos en la sociedad de la época?
- Camba forma parte de la mejor generación de periodistas españoles, que es la del primer tercio del siglo XX. Lo que, a nivel europeo, representan autores como Stefan Zweig o Joseph Roth, entre nosotros lo encarnan escritores que nos dejaron lo mejor de su obra no en forma de libro, sino esparcida en las hojas de los periódicos. Camba, igual que Josep Pla o Manuel Chaves Nogales, no son “periodistas” en el sentido que damos hoy a esa palabra; son cronistas porque su obra supone un auténtico esfuerzo por explicar la complejidad del mundo que les rodeaba. Leídos en su conjunto, los artículos de Camba son un excelente documento histórico sobre el siglo XX, porque cubren un extenso período (más de seis décadas) y porque el impacto que tuvieron en su momento, fue realmente importante. Escribió en los mejores periódicos españoles de la época, en un momento en el que periódico era la mejor forma para enterarse de lo que sucedía en el mundo.
- De su obra, poco conocida para el gran público, ¿qué título o artículos recomienda a quien quiera acercarse por primera vez a Camba?
- Cuando me hacen esa pregunta, siempre respondo lo mismo. Yo elegiría alguna antología de las más representativas. Mis páginas mejores (1956),
que esla antología de su obra que él mismo preparó en los años finales de su vida, sería una buena puerta de entrada. Para conocer al Camba corresponsal, que es el mejor Camba, mi antología Crónicas de viaje, publicada en 2014, que ya va por su tercera edición. A los estudiantes de periodismo que quieran conocer al Camba periodista (sus consejos sobre cómo ejercer el oficio o sus opiniones sobre el funcionamiento de la prensa o los periódicos), les diría que lean Maneras de ser periodista, que es una pequeña antología que preparé en 2013. Y para sus paisanos, Galicia: un libro emotivo y autobiográfico, que edité en 2015, con los cincuenta mejores artículos de Camba sobre Galicia y todo lo relacionado con ella. - Las nuevas generaciones de periodistas, ¿qué creen que pueden aprender de Julio Camba?
- Pueden aprender “una lección de periodismo”, como dice el subtítulo de la biografía. En un momento en el que el oficio vive una crisis de identidad, radicalmente transformado por la digitalización y por el impacto de las redes sociales, mi biografía pretende ser una invitación a que esas nuevas generaciones descubran aquel ‘viejo periodismo’ del primer tercio del siglo XX. Camba es el mejor ejemplo de que, por mucho que uno estudie en la universidad, el periodismo es algo vocacional, que se aprende con la práctica del día a día. Él no estudió ninguna carrera, pero conoció mejor que nadie los entresijos de una profesión en la que llegó a ser si no el mejor, sí uno de los mejores.
JOSÉ JAVIER LEÓN: “CON EL BOLERO HABLAMOS DE CANCIÓN POPULAR, AMOR Y SEXO”
Nacido cubano y renacionalizado mexicano, el bolero ha sido y es, en mayor medida que otras, la gran canción latinoamericana. Pero, además, es un baile, el más democrático (y pecaminoso, en su día) de todos los de parejas enlazadas, y una forma de poesía que entronca con la más ilustre tradición lírica occidental: aquella que, nacida en la Provenza y troquelada en las riberas del amor cortés, aquilatarán Petrarca y sus continuadores y renovará el Modernismo, indagando en la temática del amor-pasión hasta extenuarse. La escritura de José Javier León combina en ‘Bolero. El vicio de quererte’ el rigor y la amenidad, aplicados a una materia que resulta familiar y a la vez desconocida, de la que descubre aspectos novedosos.
- ¿Cómo surge la idea de presentar este libro al Premio Manuel Alvar?
- Era un galardón del que tenía noticia desde hacía tiempo. Me planteé si mandar o no este manuscrito al premio, porque en sus bases se indica una preferencia por temas de carácter andaluz o vinculados a esta tierra. El del bolero no posee, en principio, ese vínculo. Pero creía tener una hipótesis defendible, como era recordar la dimensión hispanoamericana de las investigaciones del propio manuel Alvar o saber, como sabía, que en la Universidad de Granada él fue maestro de amigos míos mayores. Y todo esto me animaba íntimamente.
- ¿Cuánto tiempo llevaba trabajando en este libro?
- En el libro en sí, no demasiado. Lo redacté casi del tirón, como en tres meses, y luego lo sometí a sucesivas correcciones. No ha sido, por tanto, un trabajo de escritura lenta, aunque sí de rumia lenta y, en realidad, antigua. Tenía veinte años cuando mi profesora de bachillerato y amiga María Victoria Prieto me contó que había salido el bolero en su clase de Literatura y, conocedora de mi interés por la canción popular, me preguntó. A los pocos días yo había preparado una conferencia. Cuánta generosidad la suya para con un chaval: yo. Ahí está el germen de algo que seguí desde entonces elaborando y depurando.
- ¿Qué ha podido descubrir, qué es más novedoso en este estudio que ahora nos presenta?
- Hay, tanto en España como en América, estudios, ensayos académicos, historias no demasiado sistemáticas del bolero y repertorios o antologías de sus letras. Yo descubrí hace mucho un vínculo entre una notable cantidad de temas y las prohibiciones del catolicismo romano en cuanto al sexo. Empecé a clasificar boleros y pecados y luego acudí a repertorios de la casuística que verdaderamente los escudriñaban. Poco a poco comprobé que prácticamente cada pecado contra los mandamientos sexto y noveno, los que proscriben toda práctica sexual no dirigida a la procreación (“No cometerás actos impuros” y “No consentirás pensamientos ni deseos impuros”), tenían su bolero, y que muchos boleros buscaban al tiempo su pecado. Es el eje rector de mi libro y a la vez, espero, su aportación más interesante.
- Aviso para los lectores, ¿es un estudio intenso y profundo, o puede ser también comercial y ‘mediático’?
- No es un ensayo académico, sino literario. No prescinde de datos ni rechaza lo erudito, pero su tono y sus contenidos son accesibles para un público amplio. El bolero es la gran canción hispanoamericana, su difusión alcanzó a todos los países que hablan español, e incluso a otros. Ni la copla, ni el tango, ni el flamenco han llegado a tantos oídos. Como baile, además, no requiere grandes cualidades. Y mediático no dudo que pueda serlo: hablamos de canción popular, amor y sexo; el cóctel sensual y tropical está servido y dice: “bébeme”
- El bolero, ¿calla más que dice?
- Hasta ahora, sí… Esperemos que este libro le haga hablar más de lo que él quiere. Todos hemos cantado sus letras sin reparar demasiado en ellas, leyéndolas como meros poemas sentimentales solo interesados en el amor. Y esa lectura no es incorrecta o inadecuada: el amor es asunto que interesa al bolero. Pero el amor -junto a la muerte, la vida y el paso del tiempo, los grandes temas de la literatura- tiene mil vericuetos y múltiples secretos, que en la canción a veces están encriptados, escondidos entre las músicas y sus letras sentimentales. En todo caso, hay un silencio cómplice en muchos boleros que a mí me resulta muy hermoso.
- ¿Qué conexiones literarias puede tener en su origen con otras composiciones?
- El género pertenece, literariamente, a la gran tradición de la poesía amatoria occidental, la que tiene sus orígenes en el amor cortés provenzal y proyectó el petrarquismo hasta nuestros días. Pero hay otro vínculo, y es contemporáneo a su génesis: el Modernismo. Los tropos, la sintaxis y los hallazgos de los versos modernistas se divulgan y democratizan por medio de estas miles de canciones comerciales, llegando a cada uno de los países hispanos. Todos fueron consumidores; algunos, con Cuba, Puerto Rico y México a la cabeza, creadores. Las canciones más célebres se tradujeron al francés, al árabe, al ruso, al inglés…
- ¿Es diferente el que se escribe o canta en España al del otro lado del Atlántico? ¿letras distintas, más picantes o mejores?
- En cierta medida. Son un poco tardíos los boleros compuestos en España, y en algunos se descubre un acento, digamos, castizo, andaluzado incluso. Dos buenos ejemplos de esa tipología son Dos cruces o María Dolores. Pero luego está esa joya nuestra titulada Mirando al mar, en la que descubro esos acentos ibéricos y que debería haber triunfado fuera.
- Para usted, ¿quiénes son los reyes del bolero (cantando y/o escribiendo)?
- Me resulta muy difícil responder a esto, porque hay grandes compositores de gemas de tres minutos en este género. Tal vez Agustín Lara. Escribiendo era un grande. Elegir vocalistas todavía es más complicado. Adoro a Toña la Negra, pero también a Bola de Nieve o Elena Burke. Y en España ¡debemos tanto a Machín y a Los Panchos!
- ¿Cuál es el bolero ‘redondo’, el que tiene de todo?
- Perfidia, que además es legendario por varias razones que cuento en el libro. Pero en este tipo de elecciones es difícil ser objetivo. El bolero, aunque no sea la música de mi generación, es parte importante de mi educación sentimental y musical, y los que oí en mi infancia, los que cantábamos en el coche mis padres, mi hermana y yo, los que yo luego compré en discos de vinilo, resuenan siempre y resucitan emociones. Historia de un amor es también un bolero redondo. O Toda una vida, Somos, Amar y vivir. En los primeros ochenta descubrí otros, desconocidos en España, que me parecen excepcionales. Me los mandaba en cintas un pariente lejano que vivía en Perú y viajaba por toda Hispanoamérica y Estados Unidos: Inolvidable, Vete de mí, Madrigal, Hastío, El último café.