La colección Vandalia incorpora a su ya larga lista de nombres destacados de la poesía española la presencia de Blanca Andreu, una de las autoras más singulares, prestigiosas y leídas de su generación. Hacía nueve años que no publicaba obra poética nueva, por lo que la aparición de ‘Los archivos griegos’ constituye todo un acontecimiento que la Fundación José Manuel Lara consigue hacer llegar a los amantes de la poesía, un libro que viene a descubrirnos una nueva faceta creadora de esta escritora, una selección de poemas inéditos que nos permite reencontrarnos con una autora que se muestra de nuevo ante sus lectores tras varios años de silencio editorial.
Algunos de los poemas incluidos en ‘Los archivos griegos’ rinden homenaje a seres añorados como Vicente Ferrer o Juan Benet, combinando la evocación de una Grecia soñada con las emotivas experiencias vividas en el país heleno, que adquieren una cualidad reveladora. Otros vuelven la mirada a los escenarios familiares de la infancia o plantean la impugnación de una realidad insatisfactoria. Hay por último, cerrando el poemario, una hermosa serie de poemas consagrados al mar y otra dedicada a escudriñar lo que Rubén Darío denominó “el alma de las bestias”, ambas presididas por el deseo de una plena comunión con la naturaleza. A juicio de la autora, que en la actualidad trabaja en un libro de relatos y en una novela, ‘Los archivos griegos’ guarda continuidad con su anterior entrega, pues “alberga el mismo esfuerzo de claridad y libertad y la búsqueda de un pensamiento poético vivo, viajero por espacios, seres y tiempos diferentes”. Respecto a la evolución de su poesía desde los tonos surrealistas de sus primeras entregas, Blanca Andreu sostiene que ha habido asimismo, lo que es más importante, una evolución de fondo: “Mi concepción del mundo se transformó por completo después de escribir ‘Elphistone’. Por eso reuní mis tres primeros libros bajo el título de El sueño oscuro, y titulé el que escribí a continuación ‘La tierra transparente’”.
“Creo que la poesía se diferencia de los otros lenguajes literarios en que los poemas no intentan contar algo: lo que pretenden es darlo”. Preguntada por la poética de esta última etapa y por la esencia misma del género, Andreu vuelve su mirada a la Antigüedad: “El acto poético se resume para mí en una escena que relata Platón: en cierta ocasión, Sócrates, arrebujado, apartó de su cabeza la manta con la que se cubría, y en ese mismo instante ‘le arrebataron las musas’. La inspiración es ese apartar la manta del pensamiento convencional, ese alzar la cabeza descubierta por encima de la propia lógica, esa entrega de la mente a lo celeste”. La cultura de la Grecia clásica, pero también sus experiencias personales en el solar de la antigua Hélade, están en el trasfondo de este nuevo libro de poemas.
“Como esos caballeros occitanos que se enamoraban de oídas, me prendé de Grecia en mi adolescencia. De hecho, en todos los libros que he escrito hay imágenes, metáforas o referencias que la aluden”. La autora se refiere en particular a dos viajes, una primera estancia en que cayó “fulminada ante su belleza” y otra posterior, fruto de la escritura de varios poemas de tema griego, cuando fue invitada a residir por un tiempo en una de las islas Cícladas. “El resultado de ambos viajes son los poemas de la primera parte de Los archivos griegos, que aunque parezcan hablar de dioses y leyendas, del mar de la Argólida, de una isla o de un perro, no son otra cosa que poemas de amor”.
Los escenarios naturales –“constantes en mi vida desde la infancia”– tienen asimismo un protagonismo destacado, lo que tampoco constituye novedad en la obra de Andreu. “En ‘Los archivos griegos’ –dice–, la naturaleza tiene una presencia grande, incluso a veces se erige en protagonista, personificada en el propio mar que desde el primer viaje se me reveló como un inmenso libro”.